Regar es una tarea habitual para todos los que tenemos plantas en casa. Pero que se realice con frecuencia no quiere decir siempre que se haga de la manera correcta. En muchas ocasiones se cometen errores por desconocimiento. Por este motivo hoy voy a hacer énfasis en esta necesidad vital. A continuación te cuento algunas de las equivocaciones más comunes al regar las plantas. Seguro que todos hemos cometido al menos una.
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1. Tratar todas las plantas por igual
Uno de los errores más comunes en principiantes es tratar todas las especies de la misma manera. Las plantas tienen diferentes necesidades de luz, temperatura, humedad ambiental y agua, entre muchos otros factores.
Un ejemplo ilustrativo podría ser imaginarnos ubicar en la terraza una planta como la hortensia, a la solana del mes de julio. Si por un milagro sobrevive será regando y pulverizando sus hojas a diario. Sin embargo, cualquier cactus en las mismas circunstancias aguantaría perfectamente regándolo solo 1 vez a la semana.
Todos los cactus y suculentas son plantas que necesitan poca agua. La mayoría de aromáticas, con la importante excepción de las mentas, también responden de manera parecida. En los árboles: las acacias, pinos o los del genero “prunus” destacan de entre los demás en este aspecto.
Ejemplos de plantas que requieren escaso riego los tienes en la siguiente lista.
Plantas con poca necesidad de riego
Cactus y crasas: chumbera, echeveria, aptenia, áloe, cabellera de la reina, carpobrotus…
Aromáticas: romero, lavanda, salvia, tomillo, jara, santolina…
Enredaderas: bouganvillea, parra virgen, madreselva…
Herbáceas: portulaca, geranio, clavel chino, gazania, pennisetum…
Arbustivas: rosal, piracanta, yuca, adelfa, lantana, hibisco, durillo…
De interior: poto, sansevieria, cheflera, drácena, aspidistra, cinta, kentia…
Árboles: almendro, mimosa, encina, morera, ciprés, tuya, olivo, higuera, madroño…
Existen algunas especies con facilidad para desarrollar problemas en el cuello o base del tallo y otras en las hojas. Para evitar esto es conveniente regar siempre con cuidado, mojando la tierra pero no la planta. Algunas especies son especialmente sensibles y han de regarse poniendo un plato con agua debajo de la maceta. Recuerda retirarlo, pasado un rato la planta habrá absorbido lo necesario. Algunas plantas regadas de esta manera son: las clivias, ciclámenes, espatifilos o violetas africanas.
Las plantas acidófilas, en cambio, tienen otro tipo de manías. A estas plantas con exigencia en suelos ácidos no les gusta el agua del grifo con demasiada cal, ya que sube el pH del sustrato. Para solucionarlo puedes utilizar agua de lluvia o destilada para el riego. Otra opción es contrarrestar el efecto alcalino con unas gotas de vinagre o zumo de limón.
2. Olvidarte de regar las plantas
Parece obvio decir que hay que regarlas con cierta frecuencia, pero a veces nos olvidamos de que tenemos plantas en casa. Ellas no pueden pedirnos agua, y cuando nos damos cuenta las hojas ya están lacias, arrugadas, amarillas o en el peor de los casos ya no hay hojas.
Si riegas manualmente lo mejor es que te marques una rutina para no descuidarte. Los fines de semana o los festivos a primera hora son buenos momentos para atender a tus plantas, ya que estarás menos atareado. Si eres muy despistado, haz lo mismo que yo y ponte un aviso en el calendario del móvil. Pero hagas lo que hagas, no interesa que tus plantas pasen sed por sistema o acabaran enfermas.
En caso de ausencia prolongada, es probable que encuentres tus plantas en un estado lamentable, si no has tomado medidas antes.
Para recuperar una planta que ha perdido todas las hojas por falta de agua, riégala abundantemente. Para ello sumerge el tiesto en un recipiente con agua hasta que dejen de salir burbujas y al retirarla “cruza los dedos”. Esperemos que tu planta tenga reservas y te hayas percatado a tiempo; siendo así, podrá volver a brotar. Eso sí, no le vuelvas a hacer “la misma faena”.
Automatizar el riego de tu jardín o terraza es la opción más acertada.
Te dispensará de trabajo y podrás ausentarte de casa sin problemas.
¿Quieres liberarte de la rutina de regar tus plantas? Para ello conecta un sistema de riego automático al grifo de tu terraza. En la foto tienes un ejemplo de un programador sencillo pero eficaz. Lleva la electroválvula incorporada por lo que solo tienes que conectarlo al grifo y distribuir las tuberías de riego desde allí hasta las plantas.
Las hidrojardineras o macetas autorriego son la otra alternativa, perfecta para las plantas de interior. Llenas el depósito que incorporan y su huésped se encarga por él mismo de extraer el agua que necesita.
En plantas de exterior riega preferiblemente a primera hora de la mañana. De esta manera el agua será más aprovechada por sus raíces. Además, utilizando aspersores o difusores para regar, será lo más recomendable para evitar los hongos.
3. Regar siempre con la misma frecuencia
De lo expuesto en el punto anterior podrías preguntarte: ¿quiere decir esto que debemos regar siempre con la misma frecuencia? La respuesta es un no rotundo. Esta variable está condicionada, además de por la especie cultivada, por otras muchas circunstancias. Ahora te hago una lista para que sepas cuándo tienes que regar con más asiduidad.
Condiciones en las que debes aumentar el riego
En los meses más cálidos necesitan más hidratación, al ser cuando más líquido transpiran las hojas y cuando existe una mayor evaporación en el suelo.
En los periodos de escasez de lluvia tendrás que regar con asiduidad para suplir su carencia.
Los episodios de vientos fuertes también resecan las plantas. En lugares con ventadas habituales habrá que regar más a menudo.
En las fases de floración y sobre todo de fructificación, además de nutrientes, las plantas necesitan un mayor aporte de agua.
Si el sustrato del jardín es de influencia arenosa deberás regar las plantas con frecuencia; este tipo de suelo apenas retiene agua.
Cuando los ejemplares se encuentran en maceta, la periodicidad estará relacionada con el tamaño del recipiente. Cuanto más pequeño sea el tiesto, más repetidamente tendrás que volver a regar.
El material del recipiente también es importante. Las macetas de barro son porosas, a diferencia de las de plástico, por lo que la pérdida de agua será siempre mayor.
Si tu planta está orientada a pleno sol necesitará más agua que si se encuentra a la sombra o en un lugar más fresco.
A partir del listado puedes sacar tus propias conclusiones y marcarte las rutinas de riego más acertadas en cada momento. Como ves, no serán nunca fijas… en verano hidratarás con frecuencia mientras que en invierno el riego será casi nulo. Ante la duda, comprueba la tierra con el dedo, si está húmeda no es necesario regar.
4. Pasarte con el riego
Mucho más grave que regar poco es regar demasiado, por eso ante la duda es mejor esperar. Mueren muchas más plantas por exceso de buena voluntad que por falta de agua.
Al regar en demasía, el agua cubre todos los espacios entre las partículas del sustrato, desplazando todo el aire al exterior. Las raíces de la planta no pueden respirar y mueren. La saturación de humedad en el suelo también puede provocar la aparición de enfermedades fúngicas o de nemátodos que dañen tales raíces. ¡Cuidado!
Los síntomas en la planta serán similares a los provocados por la falta de agua -marchitamiento de la planta y caída de sus hojas- por lo que suele regarse aún más, agravando el problema.
¿Qué debes hacer si te has pasado regando?
Recuperar una planta en estas circunstancias es más complicado que en el caso de olvidarte de regar. Si la tienes en maceta, retírala con cuidado de está y envuelve el cepellón en papel de periódico para que absorba todo el excedente de agua. Cambia el papel cuando veas que está empapado, hasta extraer todo el líquido posible. Después déjala secar bien y no la riegues durante un tiempo.
En el caso de que la planta siga deteriorándose, es posible que la raíz haya sido infectada por hongos. El asunto se complicaría entonces, pero puedes tratar con un fungicida, va muy bien contra la “phytophthora“, yo lo suelo utilizar para tratar coníferas.
En “Tratamiento para controlar la fitóftora (Phytophthora)” tienes toda la información detallada.
Otra consecuencia de los repetidos riegos es el lavado de nutrientes en el sustrato. Algo especialmente preocupante en las plantas que se encuentran en recipiente. Para subsanar esta deficiencia es interesante añadir abono líquido de vez en cuando al riego -cada 2 ó 3 semanas estaría bien-. La dosis adecuada siempre viene facilitada por el fabricante en el envase.
5. La falta de un drenaje adecuado
Muy relacionado con el punto anterior es el problema de la acumulación de agua por un drenaje inapropiado. Para evitarlo, realiza unos orificios adecuados en las macetas antes de plantar y utiliza siempre el sustrato indicado para cada especie. Los cactus y crasas, por ejemplo, necesitan un suelo suelto al ser poco tolerantes con la humedad. En este caso el más indicado es del tipo arenoso que retiene menos agua.
Una buena práctica es colocar graba en la base del tiesto antes de rellenar con el sustrato de plantación. De esta manera se propicia el aislamiento del líquido sobrante, facilitando así la aireación de las raíces.
No retirar los platitos con el agua residual del riego causará probablemente pudriciones. Dejar los platos con agua bajo los tiestos solo está indicado para especies que requieran humedad ambiental. Es una alternativa o complemento a la pulverización de las hojas en plantas de interior sensibles. Para hacerlo correctamente la base de la maceta nunca debería entrar en contacto con el agua del plato; debería asentar, por ejemplo, sobre una capa de grava.
Como ves, regar las plantas no es algo tan sencillo como pueda parecer. No todas se riegan de la misma forma ni con la misma frecuencia. Para colmo, las condiciones externas también influyen en la ecuación. Solo la práctica te proporcionará la experiencia deseada.
Espero que el llegar hasta aquí te haya aclarado algunas dudas, pero también que tengas hambre de más conocimientos. Si es así, no te pierdas por ejemplo esta otra lectura: “Cómo calcular el tiempo para programar el riego automático”. Te será muy útil, dispongas de programador o no, para comprender mejor la gestión del riego.
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