Si quieres que tus plantas tengan buena pinta no te olvides de abonarlas cuando lo necesiten. Además, con sus necesidades bien cubiertas son más resistentes a plagas y enfermedades.
No solo de luz y agua viven tus plantas
La clave es entender a tus plantas, conocer ciertos detalles acerca de su biología te ayudará, sin duda, a acertar en sus cuidados.
Repasemos un poco, ¿qué necesitan las plantas para vivir? Los más evidentes son la luz, el agua y el dióxido de carbono. De los dos últimos es donde extraen, gracias a la energía solar, el hidrógeno y el carbono necesarios para formar los hidratos de carbono (almidón).
De ahí sacan su alimento, pero… también necesitan algo más. Les hacen falta ciertos minerales para formar sus estructuras celulares. Sin las cantidades adecuadas de estas sales minerales la planta enfermaría.
Deberán extraer del suelo, entre otros… nitrógeno, fósforo y potasio. Son los que necesitan en mayores cantidades. El nitrógeno es el principal implicado en el crecimiento de la planta. El fósforo favorece el crecimiento de las raíces y le otorga resistencia. El potasio interviene en la floración y fructificación. ¡Como ves… no pueden faltar!
Tranquilo!… cualquier abono compuesto aporta al menos estos tres macronutrientes. Acompañados, quizás, en menor cantidad por el calcio, el magnesio y el azufre. Otros minerales necesarios para las plantas son los llamados micronutrientes (hierro, manganeso, molibdeno, cobre, boro, zinc y cloro). Son asimilados por las raíces en cantidades muy pequeñas. Por lo que suele bastar con lo contenido en el propio sustrato.
Tanto los macronutrientes como los micronutrientes son imprescindibles para la supervivencia de la planta. Por eso en los suelos pobres no encontraremos tanta diversidad.
Vamos a abonar las plantas
En un bosque no es necesario abonar. Las especies que allí se encuentran son las mejores adaptadas a ese medio y desde los microorganismos hasta el último ser vivo colaboran en el mantenimiento del mismo. Pero, un jardín o una terraza, por mucho que quieras imitar al máximo a la naturaleza, no dejará de ser un lugar artificial que tendrás que tutelar.
¿Por qué…? Si al plantarlas hiciste los deberes y les proporcionaste un sustrato con la textura adecuada, el PH correcto y materia orgánica suficiente, tus plantas habrán estado hasta ahora con buen aspecto. Bueno, dando por hecho algunas cuestiones de las que ya hemos tratado en posts anteriores. Pero, con el tiempo el suelo se va empobreciendo… Con el riego, por ejemplo, los nutrientes se van “lavando” de las macetas y es necesario reponerlos
¿Cuándo…? Después del invierno tus plantas saldrán de su parada vegetativa y necesitarán alimento para su crecimiento, floración y fructificación. Por lo tanto será necesario abonar desde primavera a otoño.
Aviso a navegantes… si acabas de realizar el trasplante espera algunas semanas antes de abonar la planta.
¿Cómo…? Lo mejor, si puedes, es incorporar anualmente algo de materia orgánica, que además de abonar mejorará la textura del suelo. Una buena idea sería hacer tu propio compost aprovechando los restos de la poda o la siega del césped. Otra opción es añadir algo de mantillo. Si utilizas estiércol procura que esté bien fermentado o tus vecinos dejaran de hablarte.
Una alternativa muy práctica es abonar con un granulado de lenta liberación, el típico de color azul con formulado universal en N-P-K (nitrógeno, fósforo y potasio). Espaciando la aplicación cada 3 meses, te asegurarás de tener las necesidades de tu planta cubierta. Acuérdate de regar antes si la tierra está muy seca.
¿Cuánto…? La cantidad depende de la planta y su tamaño, consulta las indicaciones del fabricante. De todas formas, ante la duda, es mejor quedarse corto que pasarse y quemar las raíces. Un abono mal equilibrado y demasiado rico en Nitrógeno también hace que la planta crezca en exceso y con brotes muy tiernos,… ¡un caramelo para plagas como el pulgón!
El PH del suelo y La Clorosis férrica
Un factor importante para tu planta será el pH del suelo. Los vegetales suelen necesitar un pH entre 6,5 y 7,5 para poder incorporar sin problemas los nutrientes del suelo. La excepción a la norma son las llamadas plantas acidófilas, como las hortensias, las gardenias, etc. Estas plantas necesitan un sustrato más acido de lo habitual para no sufrir carencia de minerales.
Un caso típico de carencia es la del hierro. Si el suelo tiene un pH superior al que la especie necesita, la planta no es capaz de obtenerlo. Aunque se encuentre en cantidad suficiente, se encuentra bloqueado para ella y se produce, entonces un amarillamiento en las hojas.
Nada que no tenga remedio… si ves que las hojas nuevas están amarillas y con la nerviación de color verde, es un síntoma claro de carencia de este microelemento. Para solucionarlo puedes aplicar quelato de hierro. En esta forma el mineral es fácilmente asimilable por tu planta y notarás la mejora en pocos días.
También puedes aplicar el hierro en forma de abono foliar. Pero la solución más definitiva sería que hicieras una mejora del suelo. Incorpora turba rubia u otro sustrato que baje el pH del suelo, para liberar el hierro retenido.
Como se dijo al principio, además de los minerales las plantas necesitan agua para junto con la luz fabricarse su propio alimento. Un riego correcto es algo indispensable para su buena salud.
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